Discreción

Hace un tiempo, descubrí que alguien había empezado a llamar a los miembros de su familia “BBC” y “CNN” porque se enteraban de los últimos cotilleos por ellos. ¡Imagínate la reacción de los “presentadores” al saber cómo se les había apodado!

Por desgracia, últimamente es muy común tener un hermano o algún pariente cercano que no tenga filtro y cuente el momento más embarazoso de tu vida a un completo desconocido o a alguien que simplemente no querías que se enterase. Aquí, en Singapur, hasta le hemos puesto un nombre:

Kaypoh [ˈkɛ.po] (sustantivo) Persona que se mete en los asuntos de los demás; un cotilla. También conocido como esa persona rara que va en el autobús respirando sobre tus hombros para poder leer los mensajes de tu móvil.

¿Eres un kaypoh? Aquí pongo algunos síntomas para saber si lo eres:

1. Un kaypoh no puede guardar un secreto pero tampoco resistirse a él. Cuando le cuentas un secreto a un kaypoh, parece que este tiene una especie de agujerito en la barbilla y cuenta tu secreto en cuanto te pierde de vista. No me lo puedo creer… ¡ella no venía a Misa los domingos!

Y si no se trata de un secreto a guardar pero huelen el tufillo de algo misterioso que desconocen, no se cortarán haciendo preguntas inoportunas hasta que consigan la deliciosa información. Oye, ¿es verdad que Amy y Amelia se pelearon por un proyecto y ya no son mejores amigas? 

Lo que nos lleva a la siguiente señal…

2. A un kaypoh nada le detiene para invadir la privacidad de los demás. ¿Te has dejado tus notas espirituales en el banco de la Iglesia? Oh oh… reza para que cuando vuelvas, no encuentres a un kaypoh metiendo las narices en tu cuaderno. ¿Hace poco has agregado a alguien en Facebook o Instagram? Será mejor que compruebes lo que tienes subido, porque si es un o una kaypoh, encontrará la oportunidad de ver qué tipo de posts te gustaban hace cinco años y les enseñará a los demás esa foto tuya «roncando con la boca abierta». Y eso probablemente es porque…

3. Un kaypoh no es conscienteo peor, le da igual–, de lo incómodo que es para los demás su comportamiento. ¿Has ido al centro comercial a comprar algunas cosas personales? Un kaypoh detrás de ti en la cola para pagar, estará mirando a escondidas lo que llevas en la cesta y juzgando el gusto que tienes con la comida, la bebida y la música. ¿Alguna vez has tenido algún defecto en tu aspecto que no has podido arreglar? ¿Un día de pelo sucio o un brote de acné? Un kaypoh en el bus no parará de mirarte. ¿Estás teniendo una conversación con un amigo sobre problemas personales? Puede que oigas de repente la inesperada, y no deseada, voz de un kaypoh diciéndote que le pasó lo mismo. En realidad, no es solo por cómo se portan contigo, sino por cómo se comportan en general…

4. A un kaypoh no le importa llamar la atención. (Técnicamente, esto es menos de una persona kaypoh y más de una persona indiscreta, aunque los dos van por el mismo camino). Aquí podemos pensar en cosas como nuestras posturas y la forma en que nos vestimos. ¿Alguna vez has visto a un niño que no le han educado en la modestia? Pues todos nos podemos imaginar cómo será ese niño de mayor, irán enseñando más de lo que es necesario. Y si no, les atraerá llevar grandes textos en la ropa en sitios completamente innecesarios o prendas que brillen más que un semáforo.

5. Las personas indiscretas no se molestan en considerar las necesidades de los demás antes que las suyas. ¿Haces una comida en casa? Será mejor que tengas previsto más postre que el necesario porque si es el helado favorito de ese amigo indiscreto, no le importará tomarse cinco conos y dejar al resto de invitados sin helado. ¿Se va a quedar a dormir a tu casa? Será mejor que limpies el baño después de que se duchen, si no tienen la discreción de hacerlo ellos.

En resumen… una persona kaypoh no sabe lo que es mortificar la curiosidad, y una persona indiscreta puede crecer en la delicadeza y la prudencia espiritual. Si te has visto reflejado en alguna de estas categorías, puedes estar tranquilo porque ya sabes que es algo común, ya que vivimos en la época de las redes sociales, donde podemos contar nuestra vida y nuestras opiniones sobre cualquier tema: desde las elecciones, hasta esa persona que tienes delante en el tren que te está irritando, incluyendo el desayuno del sábado… Veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Como es normal, sin la autodisciplina y la prudencia, este tipo de situaciones terminan con consecuencias poco deseables, como el exceso de información personal o la falta de mortificación de nuestra curiosidad. 

¿Cómo podemos acabar con estas situaciones si hasta nosotros mismos somos indiscretos? ¡Lee el siguiente artículo sobre la prudencia para descubrirlo!

-Winnie Ng, Singapore