El incienso es una sustancia aromática obtenida de la resina de determinados árboles que, al quemarse sobre el carbón, produce un aroma dulce. El sentido del incienso y el valor simbólico del humo es el de la purificación y la santificación.
El humo simboliza las oraciones de los fieles que se elevan a Dios. El salmista reza: «Que mi oración suba hasta ti como incienso en tu presencia; el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde» (Salmo 141).
El incienso también crea un ambiente de cielo. El libro del Apocalipsis describe la adoración celestial del siguiente modo: «Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos» (Ap. 8, 3-4).
El uso del incienso añade un sentido de solemnidad y misterio a la misa. La imagen visual del humo y el olor nos recuerdan la trascendencia de la misa, que une el cielo a la tierra y nos permite entrar en la presencia de Dios.
-Respuesta dada por el P. Dominic Feehan, SHM