El 14 de agosto de 1941 moría en el campo de exterminio de Auschwitz, S. Maximiliano María Kolbe, franciscano conventual, mártir de la caridad. Se le recuerda por su gesto heroico de ofrecerse a ocupar el lugar de un prisionero que había sido condenado a morir de hambre.
Toda la vida de S. Maximiliano consistió en una “santa obsesión”: llegar a ser todo de la Inmaculada, vivir una consagración total a Ella, pertenecerle sin reservas, sin límites, con el deseo de que esa pertenencia se realizara lo antes posible, de cara a conquistar para la Inmaculada el mayor número posible de almas.
S. Maximiliano María había escrito: “Oh Inmaculada, por tu misericordia te he consagrado mi vida. Por Ti he trabajado, por Ti he sufrido y ahora muero por Ti. ¡Soy tuyo!”. Sin duda, Ella se encargaría de acoger a este buen hijo que supo pertenecerla por completo, en su vida y en su muerte.